miércoles, 29 de agosto de 2012

En 140 caracteres... Últimos días estilo Tweeter

Renuncié a mi trabajo y se lo tomaron personal. Crónica de una renuncia anunciada, si no los invito a leer el blog.


Ahora ya todos saben que me voy, igual pretenden que les avise uno por uno. Tengo noticias: no va a suceder!

Me preguntaron qué me molestaba de la gerencia. Hay otra palabra para "incompetentes"?

"Cabeza de ratón o cola de león". Por qué no me dicen en la cara que les da miedo irse de la pecera multinacional!!

"¿Quién va a tomar mi puesto?" ... "Y vos, qué hacías?"

"Una lástima que te vayas. Teníamos grandes planes para vos". Si, por qué no me mandás un mail contándome todo y lo leo cuando llego a casa.

Nadie se esperó esto porque teóricamente yo era feliz: llegaba puntual y cumplía con el trabajo.

Me pidieron quedarme un día más para dejar todo hecho. Ya está hecho. Ya no hay nada para hacer. Y todavía faltan 2 días.

Mi compañero: lunes, a las 10 se va al banco. Martes, a las 11 se va al kiosko, uno lejos. Miércoles, a las 10:30 se va a hacer un trámite.

Voy a tener que pensar en hacer otro blog, este caduca el viernes junto con la mitad de mi ser: mi ira.


martes, 28 de agosto de 2012

Feria Americana

          La retrospectiva empieza en el primer cajón del escritorio. El más cómodo, el más cercano, el más cargado de cosas inservibles.
El último cajón en cambio es la gloria. Todo lo que pensé que había tirado vuelve a aparecer como por arte de magia.

Mi metodología para las mudanzas es: sacar, elegir, descartar, ordenar, embalar.
Mi metodología para el abandono de oficina en cambio es: sacar, avisar, esperar.
Ni bien se empieza a correr el rumor de que alguien está desocupando un escritorio mi popularidad crece. La gente se divide principalmente en:
- El distraído: viene desde lejos pero pasa por al lado como si su visita fuera natural y te pregunta "¿te molesta si me llevo esto?" mientras ya agarra de a 4 los artículos de librería.
- El obsecuente: viene en busca de material corporativo. Cualquier cosa que se identifique con la empresa, que cree la ilusión de que trabaja en la empresa desde hace muchísimos años. En mi caso es perfecto para deshacerme de todos los almanaques, libros, pins, gorritas, remeras, más almanaques, manuales de cursos que nunca hiso, más pins. Es patético, verdad, pero ganamos los dos
- El descarado: viene en dos versiones, la forajida y la amigable. La primera es cuando esperan a que me levante a buscar café para saquear en silencio todo lo que le entre en los bolsillos. La segunda es quien viene con una bolsa y empieza a llenarla mientras te dice todo lo que te va a extrañar. Las dos son imperdibles.
Al final del día solo me quedan 3 clips, cajones con suciedad y recuerdos personales. Todas las tarjetas de cumpleaños que guardé cada agosto en el cajón, un adorno feo ganado en alguna rifa y un cuaderno totalmente usado que alguna vez sirvió de consultas para un procedimiento que ya no existe en un sector que desapareció hace tiempo.

La melancolía de los últimos días. Dicen que existe. Puedo desmentirlo.

Mi Bastille

          Llegar temprano a la oficina y desayunar con el olor a limpia alfombras.
Hacer catarsis mandando todos los emails al spam.
Empezar con el movimiento del día: F8...F10...F9...FFFFFFFFF
Pero hace unos días el viento sopló distinto y por eso esta mañana me pro al lado de mi jefe a decirle "Te doy mi preaviso, me voy"
Su cabeza decía que sí con un gesto automatizado, pero sus ojos decían QUE? COMO? QUE?
Nadie se animó a preguntarme las razones por las cuales tomaba esta decisión, para todos desfavorable. Tampoco es que me acercaron una propuesta en caso de que quisiera reveer la situación, aunque sí me hablaron de todo lo que me iba a perder por los grandes planes que tenían para mi, todos invisibles, todos pospuestos, todos berretas.
Se dijeron muchas frases desafortunadas, es increíble como alguna gente no sabe actuar bajo la mínima presión.
Algunos se toman las relaciones profesionales como cosa personal, y cada paso al costado como una traición, como el puñal por la espalda, como la maldición del milenio.

Entonces hay que aguantar algún que otro sermón, algún que otro reproche y muchas y más situaciones incómodas.
Pero al final del día todo valió la pena. El principio del fin. El final de una era.
Un días más, un día menos, casi casi con los dos pies afuera.

jueves, 17 de mayo de 2012

Busca minas vs Solitario

          Hay días que empiezan queriendo terminar. Cunado hay paro de subtes, cunado el piquete te corta justo adelante, cuando los vendedores ambulantes se pelean en tu vagón del tren. ¿Qué posibilidades tengo yo de llegar a mi trabajo de buen humor? ¿Qué forma existe para que no me afecte la locura de "mi vecino el asesino" o que me dé lo mismo si mi compañero faltó una vez más. Igualmente llego, me preparo mi café, me siento y otra vez no tengo nada para hacer.
No es que mi casilla de emails esté vacía, es que nada de todo eso es trabajo, o por lo menos yo no lo considero como tal. 3 mensajes de cumpleaños, a 2 no los conozco y el 3ro no sólo no lo conozco sino que tampoco reconozco el nombre de quien lo manda. 2 mensajes de nuevas "actividades optativas": un curso de media hora de atención telefónica y otro virtual de cómo agendar reuniones en el sistema. A los 2 le pongo DENEGAR. El primero porque es ridículo, más que ridículo, absurdo e inútil. No me sirve (ya sé cómo hablar por teléfono, soy un adulto y además en media hora no entiendo qué pueden sumar ni a quién. El segundo no es más que una presentación con mucho color, mucho relleno y sin contenido. Al que quiera saber cómo agendar una reunión que me mande un mail y le mando 3 pasos. Sin curso virtual, sin pérdida de tiempo, 3 pasos de no más de un renglón cada uno.
Otro de los mensajes es una obligación disfrazada de invitación en la que hay que preparar en grupos (si, preparar + en grupos = presentación de colegio) una presentación motivacional de un tema entretenidísimo: disfrutar el ambiente laboral. ¿¿¿Cómo??? ¿Leí bien? Con la cara desencajada, lo priemro que pienso es mandar el link de este blog, invitar a todos a participar y a debatir la propuesta. Vuelvo a leer. No entiendo lo que quieren. Realmente es la primera vez desde que trabajo acá que no entiendo una consigna. Finalmente me doy cuenta que el problema no es analítico sino que está tanto más allá de lo surrealista que hasta me parece  divertido. Me provoca cierta euforia, me imagino participando, encarándolo como un proyecto serio, buscando imágenes, gráficos e información. Me tienta la idea de que los evaluadores se encuentren con una presentación, al menos una sola, que sea real, que diga lo que vale, que valga la pena. Los imagino gritando eufóricos, desordenando sus escritorios, cortándose con papel, no mirar en el espejo cóncavo cuando llegan a la esquina, tomando bebidas calientes sin miedo a quemarse. Eso es motivación! Que vuelvan las tijeras para adultos... nosotros podemos manejarlas! Que vuelvan las chinches... nosotros podemos evitar que nos maten! Déjenme entrar con mi paraguas chorreando lluvia... no quiero la bolsa protectora!
En una multinacional lo que sucede en una sucursal afecta al resto de sus oficinas a nivel global. Si finalmente decido presentar mi proyecto, en poco tiempo escucharemos historias de húngaros felices y marroquíes exaltados. La magia de la maga corporación en marcha.

miércoles, 18 de abril de 2012

Ánimo de perdedor

          Hoy me desperté y la radio anunciaba un día de sol con temperatura óptima. Pésima forma de arrancar el día.
Después me di cuenta que había un montón de cosas ricas para desayunar. Me deprimió.
Para completarlo, los trenes funcionaban a horario y por más que caminara despacio era imposible perderlo. ¿Algo más?
En el momento en que todo está en su lugar y supera las expectativas, debiéramos poder permitirnos no arruinar tanta perfección para encerrarnos en una jaula de cubículos que, aunque todavía no tengan tapa, nos aplastan y nos sofocan. Tendríamos que poder prepararnos un café y sentarnos en un parque con un libro a desayunar o ponernos al día con amigos que ese día se hayan despertado con la misma actitud.
¿Es cuestión de actitud? ¿Cuánto hay de responsabilidad y cuánto de falta de determinación?
Por su puesto que los faltadores compulsivos no son genios ni rebeldes, son tarados. Pero es admirable su capacidad de despreocupación. Si tan sólo existiera un punto intermedio entre estos  maleducados que dejan apilar el trabajo hasta que junte pulgas y los que como yo odian cada una de sus mañanas por no poder apagar el despertador y seguir durmiendo. ¿Existe ese punto intermedio? ¿Hay forma de pedirle a los faltadores que sean más sensatos y así poder compartir los días de fiaca? Por ejemplo, "yo me tomo el martes pero vos asegurame que venís, después te tomás el viernes y te hacés una mini-vacación", pero como le explicamos a los compulsivos que si acusan door de garganta no pueden aparecer al otro día organizando un pedido masivo en Freddo!
No sé si es viable. Tampoco sé si podría adaptarme.
Breves y angustiosas reflexiones de un hermoso día de sol...

lunes, 9 de abril de 2012

Mi vecino el asesino

Parte I

          Después de los 9 recitales de Roger Waters a mi cubículo llega el coletazo y lo único que pido es un ladrillo más para mi pared. Es que sería tal vez la única forma de evitar esos ojos desorbitados y esa voz que no calla. Contra el mundo, contra sus amigos, contra los desconocidos, contra sus compañeros, contra el sistema, contra el desorden... no hay quien pueda salvarse de sus maldiciones!
Teniendo ya tan sistematizado mi ritual matutino (transporte público, ascensor, buenos días, cocina, café, buenos días, computadora, auriculares y que nadie más me hable) no me es fácil incorporar nuevos factores, sobre todo cuando éstos no son bienvenidos
La mudanza al cubículo de al lado de una persona desequilibrada por su puesto no ayuda.


¿Qué es una persona desequilibrada?
Déjenme explicar mejor la situación, no quiero que esto parezca exagerado porque rompería la regla básica de este blog (¿?).
Es una persona que no vive ni deja vivir. Que escucha y ve todo (sí, me está mirando en este preciso instante), que además participa en todo y cuando uno quiere evitar que participe inmediatamente pregunta "qué les pasa? Les molestó algo que hice? dije algo malo? no te gusta que hablemos de eso? " Como todo ser desequilibrado, su voz es fuerte, muy fuerte, pero como todo ser desequilibrado siente que todo el resto de la oficina hace mucho ruido: "el teléfono te sonó cunado no estabas así que corté porque molestaba", "Tipeás muy fuerte, nos querés enloquecer a todos?", "UUFFFFF, que es eso? ese ruidito que parece un PIP, lo escuchan? lo escuchan? lo escuchan? alguien lo escucha?"
Ser una persona desequilibrada implica también tratar muy mal a la gente, o tratarla muy bien, pero jamás ser constante en este comportamiento. Es probable que te invite a almorzar pero lo más seguro es que te monte un escándalo por proponer comer pasta. Y ese escándalo después derive en que le cuente a la gente la "pelea", y (y aquí por fin llegamos) comiencen los llantos.
Sí, las personas desequilibradas lloran mucho en la oficina. Su cubículo se transforma en una especie de santuario donde todos los pecados se salvan llorando. Y cuando la gente no te presta atención porque no quiere involucrare en esto o porque ya sabe que es un mecanismo sin fin, entonces hay que llorar más fuerte, con ruido, con angustia, con pesar y sobre todo repartiendo culpas a la gente.
Quizás en un rapto de desolación alguien intentara acercarse para consolar. NO! La nueva víctima entró en la telaraña. Te va a hablar fuerte, a meterse en tus conversaciones, a increparte porque no le contás que pasó o con quién saliste, a invitarte a comer e indefectiblemente a pelearse.
Y sus vecinos? Bueno, nosotros, los cubículos cercanos, escuchamos todo intentando hacer que no existe. Es simplemente agotador, pero es mejor que entrar al círculo de los gritos, los almuerzos y las peleas. Subimos el volumen de nuestros IPods y pensamos en que en otra oficina más allá de 9 de julio hay otro desequilibrado haciéndole la vida imposible a un simple mono en otra empresa multinacional en la que despedir gente es un pecado, aunque el psicotécnico diga lo contrario.

El juego de la silla (creo que esta vez quedé parado)

Con enorme satisfacción les dejo este post enviado por uno de nuestros monos seguidores que, a pesar de ser uno más del fondo del pozo, todavía tiene entusiasmo!


          Una vez más me encuentro con mi jefe en el aeropuerto, esperando el vuelo para la Convención Anual de Nuevas Ideas. Casi no escucho la llamada para embarcar de tanto ruido que él hacía al masticar un par de barras de cereal manoteadas del lounge de la aerolínea. Subo al avión, temeroso de que por una de esas casualidades mi asiento esté al lado del suyo. Pero no, gracias a las fuerzas del universo me toca sentarme al lado de un extraño, y así logro tener un vuelo totalmente normal.
Aterrizamos en Londres a las 7 am. Tomamos un taxi al Hyatt. Somos dos, un hombre vestido con ropa casual y un mamarracho en joguineta con su pasaporte todavía colgado del cuello. Como era de esperar, las habitaciones aun no estaban listas, por lo que fuimos al bar del hotel a tomar un café. Esto último fue simplemente una forma de decir, ya que bastante distancia hay entre un inocente cortado y el huevo frito con puré de ajo que se tragó frente a mi cara de asco a la velocidad de la luz. Ahí fue donde nos encontramos con nuestros pares franceses, que quedaron impactados por la presentación que escucharon de mí “She works in my team, in the sales department”. ¿She? Probablemente hayan pensado que de noche era un travesti, o sino al menos una señora muy fea con voz gruesa, porque durante los siguientes días pude notar cómo me observaban asombrados cada vez que los cruzaba.
Los días se sucedían uno a uno tal como había sido planeado, y tal como había sido en los 5 años anteriores que asistí a esa reunión. Las mismas filminas desgastadas, las mismas palabras y frases que yo ya recitaba de memoria. Los mismos aplausos de compromiso y las risas forzadas como sacadas de una sitcom.
Pero esta vez algo cambió. Alguien se tomó muy en serio eso de generar nuevas ideas, y de un papelito sacado de la urna de las “ideas extremadamente alocadas” se leyó “podríamos mudar las oficinas de telemarketing de todo el mundo a la India y así ahorrar el 75% de lo que hoy pagamos en sueldos”. En ese momento hubo todo tipo de reacciones. Algunos pensaron que eso significaba que serían trasladados a la India, otros se quedaron bloqueados tratando de recordar en qué continente está ubicada esa “ciudad”, y unos pocos sintieron terror de perder sus trabajos. El resultado fue un murmullo general que terminó abruptamente cuando el presidente de la empresa anunció que le parecía una idea estupenda y que ya mismo contratarían a un grupo de asesores externos para que la desarrollaran en su máximo potencial. Quién sabe, tal vez también podrían trasladarse otras áreas de la empresa, lo cual significaría un enorme progreso en el área de eficiencias. Debíamos estar orgullosos, éramos un equipo magnífico (lrecordemos: joguineta comiendo pan con huevo frito) a la hora de generar ideas que le representan ahorros millonarios a la empresa.
Esa noche salimos a cenar con un grupo de personas, todas muy conmocionadas por los acontecimientos recientes. No sé si mi jefe tomó un poco de más o si son los años de compañía, pero de golpe empezó a decir cosas que jamás creí que iba a escuchar de su boca (ni de la boca de nadie, para ser sincero). Es un momento que mezcla la satisfacción de que haya más testigos presenciando la escena con un poco de vergüenza ajena (y propia también porque, si eso es mi jefe, entonces qué seré yo?). Se encargó de decirles a todos los presentes en un inglés horrendo que él me había defraudado. Sí, él me había pasado a ese sector algunos años atrás y ahora resultaba evidente que yo sería el primero a quien iban a echar. Y él, que no es una persona fría y desconsiderada como los ingleses presentes en la mesa, estaba muy afectado y dolido por toda la situación. Se hizo un silencio largo e incómodo. Todos estaban tratando de adaptar esas palabras a otro significado que seguramente no pudo expresar por su falta de vocabulario. Al fin alguien rompió el silencio, iniciando una conversación acerca de lo raros que debían ser los indios, ya que una vez había escuchado que tienen prohibido comer carne de vaca. Volvieron las risas de sitcom y la cena continuó su curso normal, pero ese momento glorioso quedó grabado para siempre en mi memoria.
Al día siguiente volvimos al aeropuerto para regresar a nuestro país. “¿Qué llevás en los bolsillos? Se te va a romper el pantalón” le dije. “Barritas de cereal. Quién sabe, tal vez sean las últimas barritas gratis que coma en mi vida”.

  
Gracias nuevamente a nuestro colaborador... buen trabajo! Pasá por RRHH a buscar tu estrella plateada.

viernes, 20 de enero de 2012

Frases célebres de gente que no lo es (ni un poquito)

          Sin intentar ver más allá de la realidad o sacar profundas conclusiones de hechos cotidianos, los propios protagonistas son quienes mejor exponen sus propias miserias.
Por eso recopilé mentalmente algunos momentos "exclusivos" de quienes día a día aumentan el tamaño de mi úlcera y generan el ser despreciable en el que me convierto entre las 9 y las 6.
Qué queda para nosotros, los monos y gallinas de esta enorme organización, cuando escuchamos el jefe preguntar "Qué saco: habitación don 2 camas dobles o con King?", mientras su colega lucha al grito de "No enciende mi computadora" mientras prende y apaga furiosamente el botón del monitor.
Dónde termina la razón y empieza la locura si vemos a los nuevos empleados en zapatillas y jeans por asumieron que tenemos casual Friday, sin siquiera preguntarse por qué eran los únicos. Al mismo tiempo uno pregunta a lo lejos dónde está su caja de carilinas... "que, no hay?...en mi trabajo anterior las daban gratis!" Volvé a Kimberly Clark!
Es tanta la información que procesamos todos los días que por suerte está el que cada dos por tres dice "Entendés?". Y yo quiero responderle: si vos lo entendiste, quedate tranquilo que yo también. Y estamos hablando siempre de profesionales. Los líderes de las multinacionales. Los que preguntan si el Eurostar es un tren anfibio o entienden que un avión de bajo costo es un avión sin ventanas y se asombran por imaginarse el frío que debe hacer.
Los profesionales que te indican lo maravilloso del mundo corporativo con el ejemplo de lo bien que se come en la primera clase del avión. Los mismos que se identifican con el CEO de la empresa solo por tener puesta la misma camiseta. Yo entonces soy familiar de Charlie Sheen porque miro Two and a Half Men.
Qué nivel! O, como prefieren decir algunos, Qué level! Que orgullo seguir acumulando años de experiencia junto a los cerebros del mundo!
El que se corta las uñas en el escritorio, el que se saca los mocos y los pega bajo el escritorio, la que se viste todos los días igual, el que come con las manos y después se las pasa por el pelo, dejando que le queden colgajos de lechuga, la que hasta las 10 de la mañana no prende la compu, el que es licenciado pero no sabe qué es una regla de 3 simple (y no la entiende), la que se maquilla, se maquilla, se maquilla, el que habla por teléfono con la novia todas las horas; "Qué comiste? Vamos al super? Te gusta el color verde?" Y, como en todas las oficinas, las que lloran... capítulo aparte ¿no?
Hay algo que está verdaderamente mal conmigo... por eso estoy acá. El día que lo solucione salgo corriendo.

martes, 17 de enero de 2012

Más vale nunca que auténtico recurrente

      Con la llegada de la segunda quincena de enero y los calores matutinos aplastantes, es fácil asumir que el viaje hacia el trabajo va a ser, por lo menos, desolador. Los transportes públicos reflejan de inmediato el éxodo vacacional.

¡Error! El primero del día.
El viaje fue largo e incómodo y los pasajeros una herramienta de tortura.
Me animé a pensar por un momento que prefería estar en mi hábitat contenido, mi pequeño cubículo protector, mi incoherente pasatiempos... mi trabajo.
Una vez más, al entrar pasé por el pasillo de la desolación hasta mi escritorio. 7 somos los integrantes del equipo. 7 somos los que a la misma hora nos comprometemos a comenzar el día. Sólo yo, después de encender las luces, estaba con todo listo para arrancar. Esta imagen es la misma día tras día. Solo yo. Pasan unos 40 minutos hasta dejar de ser solo yo y de a poco transformarme en nosotros. Nosotros los monos.
Esta realidad sólo varía viernes de por medio, cunado un miembro del equipo deja grabado su mensaje de ausente en mi contestador. Si, justo los viernes. Pero, quién soy yo para juzgar al que deja fluir las ganas del resto? ¿Me da más bronca la fea actitud irresponsable o la envidia de lo que no soy capaz?
¿Vale la pena una pequeña revolución personal, con lo traumático que eso puede ser, dentro de una organización de compartimentos estancos? ¿Qué me daría a cambio, satisfacción por la hazaña o culpa?
Por su puesto que el hecho de que yo no pueda dibujarme una barba y una boina por un día en mi vida significa más que nada, que conozco mi contexto. Creo también que es una cuestión de elecciones ya que tranquilamente podría hacer la vida de mis 6 colegas: llegar a cualquier hora, faltar semana de por medio, improvisar más reuniones familiares que un griego, más turnos médicos que un psicólogo y más "hoy falto porque sí" que un estudiante.
Definitivamente la exageración es de mi parte y lo que la mayoría asume como normal yo no lo entiendo, o no lo disfruto.
Pero mi secreto está acá, en este post tirado de los pelos. Fueron 15 minutos de inoperancia total dedicados pura y exclusivamente a la queja del par... mi talón de Aquiles!